Médula Espinal – parte 2
La médula espinal, cuyo tejido nervioso se desarrolla dentro del denominado conducto raquídeo, mide unos 45 centímetros y pesa cerca de 30 gramos. En su parte superior se encuentra adherida al bulbo raquídeo, mientras que su parte inferior se fija en la base del cóccix.
Si se observa el interior de la médula espinal de manera transversal, se puede detectar una sustancia gris (formada por neuronas y células gliales) que está rodeada por una sustancia blanca.
Los daños en la médula espinal pueden tener consecuencias gravísimas, desde la pérdida de sensibilidad y movimiento en los miembros, el cuello y el tronco hasta la falta de control de los esfínteres, pasando por otros trastornos.
Los mecanismos de protección que dispone la médula espinal son el líquido cefalorraquídeo, el espacio epidural, las vértebras y las meninges, que contribuyen a minimizar el riesgo de lesión de esta zona tan sensible.
Traumatismo
Se habla de traumatismo cuando la médula espinal sufre un daño, ya sea por una lesión directa o como consecuencia de una enfermedad en los vasos sanguíneos, tejidos o huesos que la circundan. Entre los tipos de lesión en la columna que pueden provocar el traumatismo se encuentran las caídas, las heridas de bala, los ataques por parte de terceros y los accidentes de coche.
Las personas más propensas a sufrir de traumatismo de la médula espinal son aquéllas que realizan actividades físicas de alto riesgo (como ser deportes extremos), conducen a altas velocidades o bucean en zonas de poca profundidad. En la tercera edad, dado que los huesos tienden a debilitarse y que pueden aparecer trastornos tales como un accidente cerebrovascular, las probabilidades de sufrir una caída son mayores y, por lo tanto, también las de padecer una lesión en la médula.
Es importante tener en cuenta que si la columna se debilita, incluso una lesión de poca importancia puede provocar daño a la médula espinal, algo que ocurre con la osteoporosis y la artritis reumatoidea. Otra causa de traumatismo es la estenosis raquídea, el estrechamiento del conducto raquídeo encargado de proteger la médula (esto tiene lugar normalmente a medida que envejecemos).
Cualquier lesión de la médula espinal puede provocar alguno de los siguientes síntomas:
* espasticidad (un aumento en el tono muscular);
* imposibilidad de controlar los esfínteres con normalidad, lo que puede acarrear incontinencia, estreñimiento y espasmos vesicales;
* entumecimiento o dolor;
* alteraciones de los sentidos;
* falta de fuerza para realizar movimientos sencillos y cotidianos;
* parálisis.
