Antecedentes de la contaminación del suelo

La contaminación del suelo es un proceso que se gestó de manera gradual y que data desde la antigüedad e, incluso, desde la prehistoria a medida que el accionar del ser humano se volvió más complejo.

A partir del descubrimiento del fuego en el Paleolítico, los incendios forestales podían generar sustancias volátiles tóxicas, como las cenizas. Durante la Edad de los Metales el descubrimiento de la transformación de los metales fue un proceso que contribuyó al desequilibrio de los suelos tras las grandes cantidades de sustancias y elementos metálicos desechados.

Desde la antigüedad, el desarrollo de las sociedades se mantuvo en aumento hasta alcanzar enormes urbes y ciudades cosmopolitas. El crecimiento demográfico, la concentración de población y la actividad industrial, contribuyeron a generar un elevado nivel de desechos que, de manera inevitable, contaminaban el suelo, el agua y el aire.

Sin embargo, hasta la década de 1980 la contaminación del suelo no era tenida en cuenta como parte de las cuestiones medioambientales. Solo se hablaba de la contaminación del aire y del agua, pero no de la degradación y el daño irreparable de la tierra fértil.

El mundo comenzó a comprender la importancia ambiental del impacto de la contaminación del suelo a partir de la declaración de la “Carta Europea de Suelos” desarrollada por la Comunidad Europea en 1972.

La carta establecía que el suelo es uno de los más preciados activos de la humanidad, animales y plantas, y que es un recurso limitado de fácil destrucción. Por eso, debe ser protegido contra la erosión, la contaminación, las prácticas agrícola-ganaderas y el daño que causa el desarrollo urbano.

La problemática adquirió mayor peso internacional en la Cumbre de Río de Janeiro de 1992, en la que se reconoció la importancia de la protección de los suelos y la necesidad de un desarrollo sostenible.

Sin embargo, con el paso de los años se evidenció la falta de compromiso de la mayoría de las naciones, aunque la conciencia colectiva cada vez es mayor y aboga por la necesidad de preservar los suelos y participar de manera activa en reducir la contaminación.