Sentido de la vista – Parte 2

¿Cómo funciona el sentido de la vista?

Para que la percepción visual se produzca, debe haber luz visible alrededor, o sea, ondas electromagnéticas de suficiente amplitud para ser captadas por el ojo humano. Dichas ondas impactan la superficie de los objetos y, dependiendo de su naturaleza, son reflejadas de una u otra manera. Ese reflejo es captado por nuestros ojos, al penetrar sus capas transparentes más superficiales.

Esto no ocurre de manera incontrolada, sino que, al contraerse o expandirse, el iris y la pupila se encargan de modular la cantidad de luz que ingresa al ojo: en abundancia de luz, la pupila se contrae, mientras que si la luz es escasa, la pupila se abre para dejar entrar la mayor cantidad posible de la misma. Una vez hecho esto, el cristalino se enfoca en el objeto percibido, para proyectar su imagen sobre el telón de fondo de la retina.

La retina opera como una pantalla, cuyas células sensoriales (bastones y conos) son, justamente, las encargadas de transformar la energía lumínica en impulsos nerviosos, que viajan al cerebro a través del nervio óptico. Una vez allí, estas señales nerviosas son interpretadas por el cuerpo geniculado del lóbulo occipital, un proceso clave para la comprensión de lo que se ve.

De hecho, las imágenes en la retina se proyectan invertidas, tal y como ocurre con las llamadas «cámaras oscuras» (el principio detrás de la técnica de la fotografía), y es el cerebro el encargado de “enderezarlas”.

Así, el proceso de la percepción visual comprende a su vez tres procesos distintos:

  • Un proceso físico u óptico, de ingreso de las ondas lumínicas al aparato ocular.
  • Un proceso bioquímico, en el que las células de la retina “traducen” la luz a información eléctrica nerviosa.
  • Un proceso neurológico, en el que el cerebro reconoce e interpreta lo percibido a la luz de la inmensa cantidad de información que ya tiene almacenada

El ojo es un órgano complejo, que abarca mucho más de lo que percibimos a simple vista, y que a grandes rasgos puede dividirse en tres segmentos diferenciados: el globo ocular, las vías ópticas y los anexos del aparato visual.

El globo ocular. Se trata del ojo propiamente dicho, o sea, una estructura semiesférica de alrededor de 24 mm de diámetro, que se encuentra alojada en un par dentro de la cavidad orbitaria del cráneo. Es lo que percibimos cuando vemos a otro a los ojos. Sin embargo, el globo ocular se estructura en tres capas y tres cámaras diferentes, que son:

  • La capa exterior o esclerocórnea. La región más externa del ojo es una capa que lo recubre y protege, y que a su vez abarca: la esclerótica, la parte “blanca” del ojo, compuesta de material fibroso y recubierta de una mucosa protectora llamada conjuntiva; y la córnea, la “ventana” óptica del ojo, una porción transparente de la membrana externa que está muy poco vascularizada (no sangra) pero tiene muchísimas terminaciones nerviosas.